El poder de la medicalización ejerce sobre la mujer un dominio sobre su autonomía en relación a la toma de decisión al momento de escoger la forma de parto (natural o cesárea). El biopoder ejercido por los profesionales de la salud, es considerado como una forma de violencia obstétrica, la cual incluso, no se identifica como un parámetro a corregir en los modelos de atención humanizada. El consentimiento informado es adherido pero no es reconocido en los elementos de atención y cuidado de un modelo biomédico con dominancia masculina, es tomado como elemento instrumental y no como un proceso de comunicación efectivo, legible y dinámico de comprensión y aprendizaje para el desarrollo de decisiones autónomas.